Ya sea que esté elaborando un nuevo régimen de rutina o decidiendo qué tratamiento facial reservar en tu spa favorito, una parte esencial del cuidado de la piel es conocer y comprender tu tipo de piel.

Tu tipo de piel es algo con lo que naces y no cambiará a lo largo de tu vida. Sin embargo, la forma en que cuides tu tipo de piel influirá en gran medida en los resultados que veas día a día. Los tipos de piel más comunes son la grasa, la seca y la mixta.

Entonces, sin más preámbulos, echemos un vistazo más de cerca a cada uno de los tres tipos, cómo diferenciarlos y cómo elegir los productos adecuados. Aquí está la primicia:

Piel grasosa

Como probablemente puedas adivinar, la piel grasa es el tipo de piel que tiende a producir más grasa en comparación con todos los demás tipos de piel. Una forma sencilla de saber si tienes un tipo de piel grasa es observando tus poros. La piel grasa suele caracterizarse por poros más grandes y visibles que cubren todo el rostro.

Cuando está en equilibrio, tener un tipo de piel grasa puede ser ventajoso porque la presencia de aceite puede ayudar a prevenir el envejecimiento prematuro, lo que significa que su piel lucirá más joven y mostrará menos líneas finas y arrugas. Por otro lado, cuando la piel grasa está desequilibrada, puede lucir brillante o resbaladiza al tacto debido al exceso de producción de grasa y, como resultado, también puede experimentar brotes.

Los mejores productos para pieles grasas serán las fórmulas ligeras etiquetadas como "no comedogénicas". Los limpiadores en espuma tienden a funcionar bien y puede resultarle útil exfoliarse con más frecuencia, aproximadamente tres veces por semana. La piel grasa aún requiere humedad para funcionar de manera óptima, por lo que, en lugar de omitir la crema hidratante, busque fórmulas a base de agua que hidraten la piel sin obstruir los poros.

Piel seca

En el otro extremo del espectro de tipos de piel está la piel seca. Este tipo de piel generalmente se puede identificar por tener poros más pequeños y apenas visibles que producen poca o ninguna grasa. También puede ser más sensible debido a una función de barrera deteriorada.

La falta de aceite puede hacer que la piel seca luzca opaca o escamosa y también puede contribuir a una apariencia más notoria de líneas finas y arrugas. Sin embargo, una ventaja de tener este tipo de piel es que los brotes de acné serán mucho menos comunes.

Si tienes un tipo de piel seca, querrás tratarla con productos ricos en lípidos, ceramidas y aceites para compensar la falta de humedad en la piel. Los limpiadores cremosos, los sueros hidratantes y los humectantes a base de aceite son excelentes para la piel seca. Si bien es posible que no necesites exfoliarte con tanta frecuencia como alguien con un tipo de piel grasa, hacerlo aproximadamente dos veces por semana será útil para eliminar las células muertas o secas de la superficie de la piel.

Piel mixta

Uno de los tipos de piel más comunes es la piel mixta, que es la piel que puede ser grasa o seca y, a veces, ambas cosas a la vez. Las personas con este tipo de piel suelen tener poros que varían en tamaño, pareciendo más grandes en la zona T o en las mejillas, y más pequeños en otras partes.

En la piel mixta, la actividad de los brotes puede ser causada por un exceso de grasa, pero también puede ser una respuesta a la falta de humedad. Por esta razón, la clave para tratar la piel mixta es consultarla diariamente para evaluar su condición actual y elegir los productos en consecuencia.

Afortunadamente, hoy en día muchos productos están diseñados específicamente para pieles mixtas y este tipo de productos suelen ser la mejor opción para su tipo de piel. Cuando compres, busca productos etiquetados como "equilibrantes", lo que significa que atacan el exceso de grasa pero que no le quitarán a la piel la humedad que necesita para funcionar de manera óptima. También puedes incluir la exfoliación en tu rutina entre 1 y 3 veces por semana.